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La reforma económica de los años 90 y la recuperación de la economía Cubana (página 2)



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Los estimados de los flujos de remesas para Cuba
varían en dependencia de la fuente y de los métodos
y los supuestos aplicados en un rango entre 700 millones de
dólares 1.000 millones anuales, de los que casi en
totalidad son envíos desde EEUU. El indicador
proxy mas cercano son las transferencias netas
reportadas en la balanza de pagos, donde las remesas se
consideran que representan en promedio el 90% de estas. Las
complicaciones con la estimación se deben a la
superposición de las remesas con otros flujos de ingresos
al dinero convertible circulante como los "derrames" del turismo,
los ingresos que traen desde el exterior artistas y profesionales
a su regreso tras cumplimentar contratos, los pagos
complementarios que el gobierno da en moneda convertible y otras
formas de interacciones en la recirculación
doméstica.

El comercio de bienes (alimentos y productos
agrícolas)

Desde finales de los años 80 se produjeron
algunos intercambios comerciales entre Cuba y EEUU que
consistieron en compras de medicinas, equipos y alimentos que
provenían de empresas subsidiarias de las casas matrices
norteamericanas situadas en terceros países. No es hasta
comienzos de los 90 en que la desaparición del campo
socialista le da un impulso adicional a dichos intercambios,
incrementándose de manera significativa debido al efecto
sustitución resultante de la pérdida de los
proveedores habituales, llegando a sobrepasar la cifra de los 700
millones de dólares. Sin embargo, este flujo creciente se
desploma en relativamente poco tiempo con la aprobación de
la Ley Torricelli en 1992, propuesta bajo la expectativa de que,
sin esa nueva alternativa comercial, el gobierno cubano se
vería en poco tiempo enfrentado a un colapso
económico en una suerte de "efecto dominó" asociado
a la pérdida de su capacidad de alcanzar una
reinserción económica internacional efectiva a
corto plazo.

En la perspectiva de las décadas precedentes de
aislamiento recíproco, en las que no hubo ningún
intercambio económico, lo logrado en los 90 sirvió
como la confirmación de un potencial pendiente a
realizarse, estimulando al sector de negocios norteamericano a
continuar buscando opciones dentro de las restricciones vigentes,
lo que se reflejó en un activismo creciente que
permitió facilitar los pasos posteriores.

Antes del año 2001, el tema del comercio
EEUU-Cuba era percibido fundamentalmente como un objeto de
especulación académica más que como una
realidad inminente a corto plazo para los empresarios Hasta los
más optimistas se inclinaban con preferencia por otras
posibilidades de negocios en la región antes que invertir
tiempo, dinero y energías en algo que se presumía
tan incierto. Esta percepción cambia drásticamente
para fines del mismo año, cuando las condiciones de
impasse dan un giro favorable tras el paso del huracán
Michelle, que causó daños estimados superiores a
los 1.866 millones de dólares. El gobierno norteamericano
ofreció entonces ayuda humanitaria que fue rechazada por
el gobierno cubano con el argumento de que no aceptaba la
condicionalidad con que esta se ofrecía. Como alternativa,
se propuso un proceso expedito de concesión de licencias
por el Departamento del Tesoro para facilitar la compra de
alimentos. Es así que en diciembre de 2001 las primeras
compras se efectúan por un valor de 35 millones de
dólares y poco después, en septiembre del
año siguiente, se efectuaba en La Habana la primera Feria
Agrícola EEUU–Cuba, con la presencia de 750
representantes de 288 compañías de 33 estados, en
la que los contratos firmados alcanzaron la cifra de 112 millones
de dólares.

Una de las razones tras este espectacular incremento de
las ventas es el deterioro de la eficiencia doméstica en
la producción de alimentos por diversas causas, lo que
contribuyó en no poca medida a este resultado, por lo que
no debe verse en esta evolución un fenómeno
exclusivamente atribuible a los procesos de desvío de
comercio, o sustitución de mercados como también se
le llama, en virtud de los menores costes en trasportes y seguros
asociados a la cercanía geográfica o por factores
de precio.

La reducción de la vulnerabilidad
alimentaria

Entre los años 2005 y 2006 se produce una
declinación parcial en esta tendencia explosiva,
atribuible a varios factores pero en especial al reforzamiento de
las medidas de bloqueo tras la elección de George Bush a
un segundo período presidencial en 2004, lo que se tradujo
en la implementación de nuevas regulaciones de la Oficina
de Activos Extranjeros –OFAC– del Departamento del
Tesoro, requiriendo el pago por adelantado de las compras antes
de que las naves salieran de puertos norteamericanos, requisito
que produjo el efecto inmediato de contraer la capacidad de pago
cubana y forzó a reorientar parte de las compras hacia
otros mercados más distantes con costes superiores. A esto
se le sumó la reducción de los flujos de remesas,
lo que sin duda afectaba la disponibilidad de divisas por la
parte cubana. En contraparte, también tuvieron una
influencia en esta evolución las nuevas y mejores
condiciones crediticias ofrecidas por competidores como Vietnam,
China, Canadá y Francia, que permitieron recurrir a
créditos para las compras a corto y medio plazo que
están vedados para los exportadores
norteamericanos.

La contracción resultante de este cambio en las
condiciones de acceso al mercado norteamericano sirvió
para exponer un factor no considerado antes: la vulnerabilidad
asociada a una excesiva dependencia en los suministros de
alimentos desde EEUU en un contexto de tensiones
políticas. Como resultado de ello, se ha incorporado el
elemento de la seguridad alimentaria en las
consideraciones cubanas a este respecto en la forma de una cuota
de mercado para esas importaciones que no debe rebasar grosso
modo
el 50% de las importaciones totales.

Por otro lado, hay que tomar también en
consideración otros elementos extra-económicos que
han estado gravitando sobre la configuración de estos
flujos comerciales más allá de los tradicionales de
competitividad en precio, calidad y condiciones de envío.
Estos incluyen las tensiones para la agencia estatal cubana
encargada de las transacciones, Alimport, que debe también
asegurar una diversificación de proveedores y fortalecer
las relaciones geopolíticas en función de intereses
estratégicos del país, así como dirigir las
compras que se realizan en EEUU hacia distritos congresionales o
estados en los que se puedan reforzar los intereses locales para
presionar a la Administración en la dirección de la
normalización de relaciones con Cuba

El presidente de Alimport, Pedro Álvarez, ha
comentado que las prohibiciones para poder obtener cobertura
financiera de fuentes privadas y públicas de EEUU
también inciden de manera adversa para Cuba al incrementar
la clasificación recibida como "riesgo país", lo
que repercute en el aumento de los costes financieros de las
transacciones en al menos un 5%, lo que representa un aumento
adicional en los gastos estimados en 21,8 millones de
dólares en el año 2006.

Otros factores mencionados incluyen a los proveedores
tradicionales del mercado cubano, quienes reclaman que debido a
la práctica de inmovilizar los fondos para las compras de
mercancías norteamericanas por períodos entre 10 a
15 días antes de la recepción de las mismas, los
lleva a afrontar condiciones restrictivas de pagos que
incrementan los costes de las operaciones. Un tercer elemento es
el coste de las transferencias financieras. Los bancos cubanos
tienen pérdidas de alrededor de unos 30 millones de
dólares por tener que pagar a través de terceros
bancos en otros países en monedas diferentes del
dólar americano. Finalmente, está la inseguridad
con las entregas de las mercancías por los retrasos en los
pagos, lo que en el año 2004 representó un gasto de
300 millones de dólares en bienes de consumo para la
distribución racionada comprados en lugares distantes a
mayores precios, costes de transporte y seguros, debido a la
inseguridad con las operaciones en el mercado
norteamericano.

En comparación con el potencial de comercio
identificado en varios estudios a lo largo del tiempo, las cifras
actuales están aún lejos de esas proyecciones. Sin
embargo, el hecho particularmente relevante a señalar es
la paradoja de que el nivel más alto nunca antes alcanzado
en el comercio entre los dos países desde la
revolución haya sido alcanzado precisamente en el momento
en que la política de sanciones económicas
esté en su punto más álgido.

No cabe duda de que nuevos factores han surgido de esta
evolución en las relaciones comerciales bilaterales entre
Cuba y EEUU: (1) la emergencia de un actor como el sector de
negocios, que pasó de una actitud de indiferencia o de
espera por un escenario de cambio de gobierno hacia un activismo
creciente por acceder al mercado cubano sin la
pre-condicionalidad del cambio político; (2) que el
creciente comercio que se establece a partir de 2004 ha puesto en
evidencia impactos asociados a esa actividad que antes no
existían y que pueden ser relevantes hacia el futuro; y
(3) que incluso en el supuesto de un escenario de
normalización de relaciones económicas sin
complicaciones extremas, para Cuba constituye un reto de no poca
magnitud la consideración de los reacomodos que este
proceso pudiera tener en la composición de sus
asociaciones comerciales y económicas como una
relación de trade-off entre estabilidad y
diversificación de riesgo, de un lado, y, de otro, los
beneficios del acceso al mercado (natural) geográficamente
mas cercano, con menores costes y elevados estándares de
calidad pero, sobre todo, asociado a una alta sensibilidad
política que pudiera anular todos esos
beneficios.

Reacomodos en las bases de la inserción
internacional cubana, la reorientación hacia China y
Venezuela

Un aspecto que debe ser considerado en la
evolución mas reciente es que no sólo se ha
producido un desplazamiento geográfico de los polos de
actividad económica y financiera sino también del
carácter de los acuerdos que los sostienen.

En los años 90 prevalecieron la UE y
Canadá como los ejes de donde se establecieron los nuevos
esquemas de comercio e inversión que vinieron a reemplazar
el antiguo campo socialista. El turismo, las nuevas inversiones
en infraestructura (transportes, aeropuertos, telecomunicaciones,
etc.) la minería y las nuevas industrias (energía,
manufacturas diversas, electrónica) permitieron expandir y
renovar las bases productivas del país. Todos estos
resultados se lograron a partir de esquemas que tenían
como referente fundamental los precios y las condiciones del
mercado internacional, por lo que puede afirmarse que la
reinserción internacional cubana de ese período se
realizó completamente a partir de los criterios de
competitividad y coste normales. Sin embargo, a partir de la
creciente reorientación de las fuentes de financiamiento y
mercado hacia China y Venezuela, este factor ha sido
significativamente sustituido por un marco de negociaciones
diferente, es decir, que en la actualidad la plataforma
fundamental de inserción internacional cubana descansa en
acuerdos establecidos de gobierno a gobierno.

Estos tienen como ventaja principal que han provisto un
entorno de mayor estabilidad y respaldo a medio plazo,
preservando dichos vínculos de la amenaza permanente del
reforzamiento de las sanciones norteamericanas (como
sucedió con las transacciones financieras realizadas en
dólares, que tuvieron su muestra mas evidente en las
sanciones impuestas por la Oficina de Activos Extranjeros OFAC
del Departamento del Tesoro norteamericano de una multa de 100
millones de dólares impuesta a la banca USB por aceptar
depósitos en dólares del gobierno cubano). Pero,
por otro lado, en el caso venezolano, tienen el inconveniente de
que concentran el riesgo en otra dirección, puesto que
potencialmente pueden conducir hacia una excesiva dependencia de
arreglos establecidos en condiciones especiales que pudieran ser
sujeto de cambios sustanciales imprevistos si las condiciones
políticas domésticas varían.

El resultado neto de la reorientación posterior a
2004 es que tanto Canadá como la UE han perdido peso
relativo en la relación comercial y financiera cubana, no
porque su desempeño fuese menor o por cambios en sus
dinámicas previas, sino por el agresivo posicionamiento
chino y venezolano en virtud del apoyo gubernamental
recíproco y de la voluntad expresada de fortalecer las
dinámicas de integración alternativas a las
incertidumbres del mercado internacional.

A medio plazo, la inversión china tendrá
fuertes impactos en la expansión de los ingresos por
exportaciones de níquel, en la recuperación del
sistema de transportes y la incorporación de nuevas
capacidades de refinado de petróleo, mientras que
Venezuela representa casi dos tercios de los ingresos actuales
por exportaciones de servicios de salud y el beneficio de compras
de combustible en condiciones ventajosas, más el potencial
efecto derrame asociado a la integración en proyectos
"gran-nacionales" de comercio, inversiones y colaboración
hacia otros países latinoamericanos, si bien hasta el
momento en ese terreno ha habido mas energía
política invertida en la firma de sus protocolos que en la
implementación efectiva a corto plazo.

En el año 2004 Cuba firmó con Venezuela el
acuerdo de intercambios de servicios médicos por
petróleo, y casi simultáneamente China
concedió nuevas líneas de créditos para
inversiones. En solo tres años y poco meses más,
ambos países aportan un tercio de todas las compras
internacionales cubanas, por más de 2.200 millones de
dólares y 1.569 en el último año,
respectivamente, Dichas operaciones son el origen de la parte mas
sustantiva del incremento de la deuda reciente. El último
reporte realizado por la Comisión Intergubernamental
Cuba-Venezuela informó en febrero de 2007 acerca de la
profundización de estos vínculos con la firma de
355 proyectos bilaterales por un valor de 1.500 millones de
dólares.

El comercio bilateral con China reportado fue de 1.792
millones de dólares el año pasado, con un
incremento del 105,4% respecto al año 2005. Por otro lado,
en enero de 2006, el comercio cubano con Venezuela fue de 2.600
millones de dólares (casi el doble en comparación
con los 1.400 millones de dólares de 2004), lo que
significa que entre los dos países capturan hoy el 35% del
comercio cubano.

Bibliografía

1Resolución sobre Desarrollo Económico del
IV Congreso del Partido en 1991.

2 Revista Contrapunto. 1995; posteriormente el Dr.
Alfredo González.

3Revista Temas.

4Documentos en Soporte Digital

 

 

Autor:

Lic: Nolberto Johannes Álvarez
Gouyonnet.

Categoría docente:
Instructor

Universidad de Ciencias Médicas
"Celia Sánchez Manduley".

Filial de Ciencias Médicas Bayamo.
Granma.

Lic: Leticia Lopes Blanco

Categoría docente:
Instructor.

Universidad de Ciencias Médicas
"Celia Sánchez Manduley".

Filial de Ciencias Médicas Bayamo.
Granma.

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